Las ciudades se adaptan al calor, pero mejorarían con más vegetación

Las ciudades se adaptan al calor mejorando la vegetación urbana para mitigar efectos y proteger a sus habitantes.
Autor
Redacción
Publicado el
August 18, 2025

El cambio climático y la creciente urbanización están generando desafíos significativos que afectan a los ciudadanos en varios aspectos. Durante el verano, las olas de calor son especialmente preocupantes debido a sus efectos perjudiciales en la salud, la economía y el medio ambiente. Estas olas representan fenómenos meteorológicos con temperaturas anormalmente altas durante periodos prolongados, lo que requiere medidas diversificadas para su gestión.

En términos socioeconómicos, las olas de calor disminuyen la productividad laboral, especialmente en sectores expuestos como la agricultura y la construcción. La reducción en la producción agrícola también puede comprometer la seguridad alimentaria. Desde una perspectiva sanitaria, las elevadas temperaturas aumentan la deshidratación y exacerban enfermedades crónicas, afectando principalmente a grupos vulnerables como los ancianos, además de tener un impacto negativo en la salud mental debido al estrés.

En España, estas olas de calor resultan devastadoras. En 2023, más de 8,000 muertes fueron atribuidas al calor extremo, con una concentración significativa en regiones como Barcelona (839), Madrid (830) y Valencia (561), superando los 200 fallecimientos por millón de habitantes.

Las olas de calor en España generalmente ocurren en julio y agosto, y su frecuencia e intensidad han aumentado en las últimas décadas. Esta situación incrementa el riesgo de incendios forestales y presenta desafíos para el sector agrícola, que debe adaptar sus cultivos al calor extremo.

La situación en las ciudades es particularmente crítica debido a la mayor frecuencia de estos eventos en la cuenca mediterránea. Se requieren políticas y estrategias tanto públicas como privadas en los ámbitos económico, social y medioambiental.

Modelos climáticos presentan proyecciones sobre las temperaturas bajo diferentes escenarios de emisión de carbono. Los escenarios más pesimistas sugieren que para finales del siglo XXI, algunas regiones enfrentarán temperaturas elevadas combinadas con baja humedad, poniendo en peligro la supervivencia de los seres vivos.

El impacto en la salud y mortalidad es especialmente severo en áreas densamente pobladas, donde el tráfico, la actividad económica y los materiales urbanos intensifican el calor. En estas zonas, se recomienda implementar restricciones al tráfico y fomentar infraestructuras verdes.

La diferencia de temperatura entre zonas con y sin infraestructuras verdes puede alcanzar los 20 grados. Por ejemplo, en la Puerta del Sol de Madrid, donde no hay vegetación, las temperaturas han superado los 54 °C.

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