Las ciudades de Estados Unidos que serán anfitrionas de la Copa Mundial de la FIFA del próximo año se enfrentan a crecientes preguntas sobre cómo lograr que los aficionados internacionales se sientan tranquilos, especialmente a la luz de las políticas de inmigración y restricciones a extranjeros implementadas por el presidente Donald Trump. La competición, que se realizará junto a Canadá y México, albergará 48 equipos y un récord de 104 partidos, marcando lo que Gianni Infantino, jefe de la FIFA, describe como el inicio de una nueva era para los seguidores del fútbol mundial.
En Los Ángeles, ciudad anfitriona, se espera la presencia de celebridades y estrellas del fútbol en una ceremonia con alfombra roja en el Fox Studio Lot, acontecimiento que coincide temporalmente con un despliegue de infantes de marina y la Guardia Nacional por parte del presidente Trump para controlar protestas recientes. Este acto fue calificado por el gobernador de California, Gavin Newsom, como un "paso inequívoco hacia el autoritarismo". Desde la administración de Trump, se ha defendido la acción, señalando a los líderes demócratas locales y estatales como responsables por permitir los disturbios.
Además de Los Ángeles, otras ciudades como Nueva York-Nueva Jersey se preparan para celebrar el inicio del evento deportivo. En Nueva Jersey, se realizará un festival junto al agua, teniendo a la Estatua de la Libertad de fondo. "Si consideramos el fútbol (americano) como el deporte de Estados Unidos, el fútbol es el deporte del mundo, y ésta es una oportunidad para nosotros de dar la bienvenida a gente de todo el mundo", expresó Alex Lasry, director general del Comité Organizador de Nueva York-Nueva Jersey, en declaraciones a Reuters.