El lunes, el inicio del nuevo año escolar en Washington estuvo marcado por la presencia de vecinos, voluntarios y padres que decidieron acompañar a los niños en su primer día de clase. Este acompañamiento se realizó como una medida de protección ante la campaña de deportación impulsada por el presidente estadounidense, Donald Trump.
En una de las escuelas primarias de la capital, una multitud animó a los estudiantes mientras se dirigían a sus aulas. La comunidad hizo uso de silbatos, panderetas y vítores como una forma de resistencia pacífica y de apoyo a un barrio con una alta población latina.
En toda la ciudad, se formaron grupos de acompañantes, sistemas de vehículos compartidos y otros colectivos con el objetivo de dar seguridad a las familias, ante el temor de posibles intervenciones por parte de los agentes de inmigración en las áreas escolares.
Helena Bonde, residente de 36 años, acudió a una escuela primaria en su silla de ruedas para mostrar su apoyo a las familias inmigrantes. Según comentó a la AFP: "Todos realmente querían ayudar de alguna manera concreta y útil, y contribuir a que las familias se sintieran un poco más seguras".
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) informó que no llevaría a cabo acciones en las escuelas de Washington ese día. No obstante, no descartaron la posibilidad de realizar controles para verificar el bienestar de niños indocumentados y no acompañados, quienes, según la administración Trump, podrían estar en riesgo de explotación por redes de tráfico sexual y trabajo forzado.
"El lunes no se verá a agentes del ICE realizando redadas o rastrillajes", aseguró Todd Lyons, jefe del ICE, en una declaración a NBC News la semana pasada. "Pero nuestro objetivo... es encontrar a esos 300,000 niños indocumentados y a los menores que llegaron aquí durante la última administración".